Si el Ebro es el agua, el Monte es la tierra. Seco, duro y agrestre. Cada estación del año con su color: el marrón de la tierra oscura en invierno. El verde de los brotes del cereal en primavera. Y el amarillo de la siega en verano. Y en el monte, el Mocatero, el punto más alto, con su fortín de las Guerras Carlistas.