Bien del Patrimonio Cultural de Aragón, su origen es incierto: “iglesia barroca de planta jesuítica que conserva en su interior tres capillas renacentistas de un templo anterior”. Sólida y sobria por fuera, guarda lo mejor en su interior: su espléndido retablo de alabastro, de 1607, traído desde el Monasterio de Rueda para su protección.