Si vienes de Zaragoza, por la carretera de Azaila, o de Teruel, por la de Híjar, es obligatorio detenerse y ver el mar de olivos que da al pueblo una de sus riquezas más preciadas: el aceite. Las hojas, plateadas, se mueven a capricho del viento. Basta un paseo por El Muro para tener a tus pies al pueblo, al Ebro y a sus tesoros naturales.