La esencia del turismo rural. Un camino del pueblo al monte y viceversa. Senderismo fácil. Apenas cinco kilómetros para hacer en familia. Un paseo entre dos ríos y dos mil años de historia. Todo en poco más de una hora, disfrutando de la majestuosidad del Ebro; de la vegetación y de la fauna de ribera; de la sobriedad del Monasterio de Rueda; del fragor del Azud; de la sombra de los chopos a orillas del río Martín que aquí viene a desembocar; del revivido puente romano que gana distancia con el río que un día cruzó; de la antigua carretera de Caspe, ahora con el escaso tráfico que reclaman cementerio y los campos y huertas del alrededor; del camino y la senda que se empina y casi se difumina entre la piedra hasta llegar al Cabezo de Muel, lugar donde vivieron, quizás, los primeros habitantes de Escatrón hace ya un par de decenas de siglos, año arriba, año abajo.
Lo vemos.
Partimos de la Plaza de la Iglesia, o de la Villa, o del Ayuntamiento, o de España… que por todos esos nombres se la conoce. Y lo hacemos desde aquí porque, antes o después, al principio de la ruta o al final, deberemos entrar en la Iglesia para disfrutar de la joya de la corona del patrimonio artístico de Escatrón: el Retablo Mayor. Frente a la Iglesia, el símbolo del Escatrón más innovador: el ayuntamiento.
En cualquier caso, seguimos hacia la Calle del Rebote para enfilar la cuesta que nos llevará a orillas del Ebro. Al cruzar el antiguo puente que unía las minas de Andorra con la Central Térmica de Escatrón, giramos a la derecha, siguiendo la orilla del Ebro hasta llegar el Azud: las vistas, aquí, bien valen una pausa.
El azud represa las aguas del Ebro y las remansa para llevarlas, más o menos dóciles, hacia la noria que da nombre al Monasterio de Rueda: podremos observarlo, sobrio y secular, en la orilla opuesta a la que nos encontramos.
Seguimos camino a orillas del Ebro. Tras la presa sus aguas corren más ligeras en busca del Embalse de Mequinenza del que Escatrón es la cola. Será el mismo Ebro quien nos acerque hasta la desembocadura del Río Martín, uno de esos escasos cursos de agua que recorren Aragón de sur a norte, dejando a su paso vegas y barrancos y un centenar de kilómetros de hermosa ribera desde su nacimiento allá por las Cuencas Mineras de Teruel.
Nos asomamos a la orilla del Martín, a su margen derecha, para avanzar por ella, remontando el río, alejándonos del Ebro. Transcurre la ruta a la sombra de los chopos, verde o cobriza según la estación del año que elijamos.
Aún no hemos llegado a la antigua carretera de Caspe cuando nos encontramos, a nuestra derecha, con el antiguo puente romano de Escatrón, hoy totalmente restaurado por los alumnos de la Escuela Taller. Llama la atención ver el puente huérfano de río por lo alejado que queda ahora de las orillas que un día salvó.
Dejaremos el Río Martín para tomar el antiguo tramo de la carretera de Caspe y lo cruzaremos, ahora sí, avanzando apenas un centenar de metros hasta encontrarnos con un amplio camino que parte a la izquierda de la carretera. Un peirón de 1864 dedicado a San Macario nos ayuda a localizar el camino.
Cruzaremos la Azequia del Molino y tomaremos, una vez más , el primer desvío que sale a la izquierda. Será esta senda la que nos lleve, definitivamente, hasta los restos del poblado Ibérico.
La ruta forma parte de la GR 99 que nos lleva hasta Chiprana siguiendo la orilla del Ebro. A partir de aquí, el camino se complica y no se recomienda hacerla en bicicleta por lo maltrechos que están algunos tramos del camino.
El camino de vuelta lo haremos desandando parte de la ruta hasta cruzar el puente de la antigua carretera de Caspe y continuar por ésta hasta llegar a la entrada de Escatrón, una vez hemos dejado atrás la Cooperativa de Santa Águeda –buen momento para comprar aceite-. Tomamos la Avenida Goya hasta encontrarnos con la Calle Mayor, al final de la cual nos volveremos a encontrar con la Plaza de la Iglesia, o de la Villa, o del Ayuntamiento, o de España… que por todos esos nombres se la conoce.
Ruta: Escatrón – Cabezo de Muel
Distancia: Aproximadamente 5 km ida y vuelta.
Dificultad: Fácil. Apta para toda la familia.
Modo: Senderismo.
Estación: Otoño y primavera son las mejores estaciones. En verano es ideal al caer la tarde y disfrutar, así, de una magnífica puesta de sol.
Precauciones: A tener en cuenta que gran parte de la ruta transcurre a orillas del Río Ebro y el Río Martín. Siempre especial atención a los más pequeños.
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