La restauración del Puente Romano de Escatrón ha supuesto la recuperación de una zona de un valor paisajístico y cultural sobresaliente: la síntesis de lo que es turismo rural de naturaleza, turismo fluvial y turismo cultural.
El puente romano de Escatrón.
Ni es puente, ni romano. Y no es puente porque para serlo debería salvar algún obstáculo infranqueable o unir orillas, cuanto menos. En eso el tiempo y la erosión han sido severos, llevándose el cauce unas decenas de metros más allá de donde hoy permanece el puente. Tampoco es romano. O al menos no hay documentos que lo acrediten como tal. Pero nos da igual: el puente, más o menos puente, más o menos viejo o más o menos romano, ha formado parte de nuestro patrimonio y de nuestro acervo cultural desde muy antiguo y ahora vuelve a lucir con brío gracias al magnífico trabajo de restauración que ha llevado a cabo la Escuela Taller. En cuanto al nombre, aunque algunos lo conozcan como el Puente Viejo, para la mayoría seguirá siendo el Puente Romano de Escatrón.
Al parecer, y como nos comenta David Rozas, escritor y articulista, hay referencias escritas sobre el Puente en un documento que data del siglo XIV y en el que el Rey Juan I exige al Abad de Rueda la construcción de un puente sobre el Río Martín que permita el tránsito de mercancías por la margen derecha del Ebro desde el antiguo puerto fluvial ubicado junto a la desembocadura del río, en el paraje que hoy conocemos como El Sulfuro. El documento, como bien nos indica David Rozas, es del año 1389. Tampoco es descabellado pensar que antes que éste debió haber en el lugar puentes similares para vadear el Río Martín, teniendo en cuenta que en esa misma zona y en los alrededores hay testimonios arqueológico de asentamientos íberos de la Edad de Bronce y de asentamientos romanos posteriores. En este mapa, que rescatamos de un documento del profesor Beltrán Lloris titulado La Ribera Baja del Ebro en la Antigüedad, podemos ver perfectamente ubicados los asentamientos que precedieron al que actualmente ocupa nuestro pueblo.
Es por eso que si bien no podemos decir que el nombre que lleva el Puente haga del todo honor a su origen sí que sirve de homenaje a aquéllos de piedra o madera que desde el siglo II a C habrían servido para cruzar de una orilla a otra del Martín y que para tal propósito debieron de utilizar íberos, romanos, árabes y cristianos, cada uno a su tiempo, eso sí.
Los trabajos de la Escuela Taller han sacado a la luz una obra que permaneció en el olvido años y años, tantos como los que costó que la tierra y la enruna cegaran sus ojos y que zarzas, chopos y tamarices ocultaran casi por completo su rostro. Sabíamos que estaba ahí porque asomaba tímido entre ramas y raíces, perseverando pese a que nos habíamos acostumbrado a esquivarlo e ignorarlo hasta, finalmente, hacerlo caer en el olvido. La intervención, como nos cuenta su directora, María Villar Gordo, ha consistido en “recuperar el puente a nivel estructural con la limpieza de tierras y recuperación de la calzada (…) y acondicionar la zona próxima al mismo por el que discurre el GR 99 como lugar de descanso mediante la instalación de vallado, mesas, papeleras y bancos”
El proyecto desarrollado por la Escuela Taller que lleva por nombre “A orillas del Martín”, por tanto, no se ha limitado solo a la intervención sobre el Puente. Su objetivo ha sido más ambicioso: la recuperación del tramo del Camino Natural del Ebro GR99 que discurre a orillas del río, pasando por el Puente Romano y llegando hasta el yacimiento arqueológico del Cabezo de Muel. Una ruta que si ya antes era de un atractivo natural y cultural incuestionable, ahora, limpia y bien señalizada, ha terminado por convertirse en uno de nuestros mejores reclamos turísticos: una síntesis perfecta de turismo rural, fluvial y cultural. Ahora, cuando los días se rinden al sol y el calor aplana, lo mejor es recorrerla a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde: los mejores momentos para disfrutar de los efectos de la luz del sol y de los sonidos e imágenes de una Naturaleza muy viva. Tienes el recorrido completo en el siguiente enlace: De Escatrón al Cabezo de Muel.
La recuperación y la restauración del Puente Romano ha traído consigo la mejora e incorporación de una nueva zona verde, un espacio natural de una calidad ambiental mejorada. Un lugar para visitar y admirarnos, aún más, de lo ricos que somos en patrimonio natural y cultural.
Nos corresponde a todos colaborar en la conservación del entorno paisajístico de la desembocadura del Río Martín, disfrutando de su entorno y potenciando, al tiempo, un desarrollo turístico más sostenible. Una vez desenterrado de su propio pasado, tenemos que empeñarnos en conservar nuestro patrimonio para que no vuelva caer en el olvido y que tesoros como el puente, sea Viejo o Romano, luzcan con el mismo aspecto… por los siglos de los siglos.
Puedes hacer un viaje por lo que ha sido la cronología de la restauración a través de las imágenes que nos ha proporcionado la misma Escuela Taller.
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